En 2011, 60 millones de estadounidenses hablaban un idioma aparte del inglés en casa, y 25 millones se categorizaban como gente con competencia limitada en el inglés. A pesar de la evidencia que demuestra que el número de personas que hablan un idioma aparte del inglés continuará creciendo, el sistema de salud en EEUU no tiene aún la capacidad de atender adecuadamente a esta población. A consecuencia de la escasez de médicos bilingües y de traductores en los hospitales, los pacientes con competencia limitada en inglés se enfrentan a obstáculos en el proceso de obtener asistencia médica. Hay tres acciones posibles que los hospitales deberían tomar: contratar médicos bilingües; contratar traductores profesionales; o subscribirse a servicios de traducción por teléfono. La inversión en cualquiera de las tres opciones beneficiaría tanto al paciente como el hospital. Para el hospital, la mayor satisfacción del paciente hispanohablante llevaría a mejores resultados en las encuestas HCAHPS (Hospital Consumer Assessment of Healthcare Providers and Systems), y consecuentemente aumentaría el reembolso del hospital. Además, facilitar la comunicación entre médicos y pacientes reduciría los gastos asociados con pruebas diagnósticas innecesarias. Aparte de las razones éticas y legales para proveer servicios de traducción, hay bastante evidencia que sugiere que su implementación en los hospitales reduciría los gastos médicos.
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